La presión autoimpuesta
Hola, amigos
Esta semana he estado hablando con unos compañeros del equipo sobre la gestión de ciertos viajes y tareas. Uno de los integrantes, que es relativamente nuevo, estaba agobiado por las tareas y por querer demostrar su valía. En realidad es una autoimposición que se puso y que como parte del equipo se agradece.
La realidad es que no eran tantas tareas y resultó ser más un problema de falta de costumbre a la hora de realizarlas que un exceso de trabajo como tal. Pero me hizo pensar sobre la autopercepción a la hora de afrontar las tareas.
Muchas veces tendemos a creer que las tareas son más complejas y que tenemos más trabajo del que realmente tenemos, un claro caso de "los árboles no nos dejan ver el bosque", lo que hace que colapsemos y no sepamos por donde tirar.
Pide ayuda
Una buena solución puede ser hablar con un compañero o jefe, exponer el caso y permitir que nos ayuden a dar el primer paso, el resto acabas resolviéndolo por tu propia cuenta. Este punto suele fallar por el hecho de que damos por hecho que pedir ayuda muestra debilidad, por lo tanto, preferimos seguir en la maraña de agobios.
En serio, en empresas normales, decir que tienes muchas tareas y pedir ayuda está bien, a veces alguien hace una tarea por ti o te da otro enfoque y en lugar de invertir horas de reconcomerte se resuelve en cuestión de minutos.
Además, si eres nuevo en un puesto, este punto se da por hecho.
Escríbelo
Desglosar las cosas es un superpoder, ya sea para aprender una habilidad o para organizarte, una de las cosas que siempre se pide es desglosar tareas más grandes en otras más pequeñas. Si la primera iteración no te funciona, repite el proceso hasta que la tarea sea tan increíblemente absurda que hacerla sea trivial y, por lo tanto, te incite a entrar en flow.
Esto puede dar una sensación de agobio al inicio al ver tantas tareas, pero en cuanto empieces a ver lo rápido que tachas se te pasará.
Déjalo para mañana
A veces estás atascado, obtuso, ofuscado, atorado, opilado, llámalo como quieras, pero no consigues resolver. En ocasiones es mejor dejar una tarea unas horas o aplazarla al día siguiente. Ojo que esto no se convierta en la Ley de Parkinson; sin embargo, de nada vale remar a contracorriente. Esto no vale de escusa para procrastinar y dejarlo todo para mañana; aun así, en ocasiones es la mejor opción.
Pregúntate ¿Por qué?
Retomando el motivo de este artículo, sobre la autoexigencia y la autoimposición, es importante recordar que hay bloqueos que solo existen en tu cabeza, que en realidad no son tanto y que te estás exigiendo algo que no es realista o estás viendo una montaña allí donde solo hay matorrales.
A veces es valioso escribir en una libreta lo que te pasa por la cabeza, dejar ir el ruido y preguntarte ¿por qué estoy así?, cuando te des cuenta de que estás cargándote con preocupaciones que no son necesarias podrás darles la importancia correcta y dejarlo ir.
Cada persona es un mundo, los motivos por los que hacemos las cosas, pensamos lo que pensamos y sentimos lo que sentimos son innumerables, de todas formas, recuerda que no se acaba el mundo, que hay solución y que no pasa nada por hablar con otros o pedir ayuda.
Nadie tiene que salvar el mundo solo.